somos mosaicos de muchas personas

todo lo que soy, lo aprendí de alguien más

(este post es mi primer voz en off, qué nerviossss)

viernes 20 de junio del 2025 a las 06:42

Hoy me desperté pensando en que soy una mezcla de cientos de personas

Yo no soy solo yo. Soy frases robadas, gestos aprendidos, canciones que alguien me enseñó a escuchar. Soy ideas que tomé sin querer y costumbres que heredé sin darme cuenta. Hay una forma en la que pido el café que no es completamente mía. Una risa que suelto cuando algo me da pena que le copié a alguien más.

Me gusta el café oscuro porque así lo toma mi papá. Pero otras veces pido un latte natural porque escuché a alguien decir que es la mejor forma de saber si un café es bueno. Me gusta repetir las canciones porque un ex me enseñó a disfrutar cada segundo de una melodía y cuando me distraigo quiero repetirla para escucharla completa. Pero algunas otras veces sólo escucho el coro y cambio de canción porque un amigo así lo hacía.

Soy yo, pero también soy mis hermanos, mis amigos, mis ex, mis autores favoritos, personas que ya no están, el barista que me escribió algo lindo en el vaso y me alegró el día. No me inventé completa, me fui tejiendo con lo que me dieron.

Aprendí a disfrutar un buen vino porque uno de mis tíos me hizo conocer todo el proceso para hacerlo y a degustarlo como debe de hacerse. Le sonrío a la gente en la calle porque mi mamá me enseñó que, aunque no conocemos la situación de alguien más, ser amable puede cambiar su estado de ánimo. Me gusta pedir postre porque alguien me dijo alguna vez que el postre no va al estómago, va al corazón.

De mi hermana aprendí a moverme por la vida con más decisión. A confiar en que, a veces, el mundo sí puede adaptarse a ti y sólo tienes que dejar que solito ruede. Por ella intento vivir en paz, porque es de esas personas que te enseñan a no correr, sino fluir. La creatividad tampoco es mía, se la robé a mi hermano, ese gusto por lo espontáneo y el encontrar el chiste perfecto en el momento perfecto.

Y cada día, sin darme cuenta, voy armando un mosaico de recuerdos, voces y gestos que no siempre me pertenecen. Así es como hay pedacitos de personas que ya no están, pero siguen construyéndome. Como aquél que ahora es un desconocido, pero me enseñó a ver el mundo con otros ojos. A entender y disfrutar el arte.

También hay mosaicos que no quiero seguir teniendo. Esa desconfianza porque alguien me enseñó a dudar primero y preguntar después. La inseguridad que siento al salir con alguien por el comentario que me hizo otra persona alguna vez. Algunas reacciones que no quiero copiar, heridas que no quiero pasarle a alguien más. Piezas que estoy intentando reemplazar.

Y a veces me pregunto si también yo dejé algo en otras personas. Si alguien pide el café como lo hago yo. Si a alguien le gusta el matcha por mí. O si alguien aprendió a mandar audios largos porque yo lo hacía. ¿Habrá algún gesto mío que alguien adoptó sin darse cuenta? Porque así como yo me fui llenando de ellos, quizás también soy parte de un mosaico ajeno. Tal vez alguien pone en loop una canción como yo lo hago. O alguien repite la forma en que digo “qué lindo” porque se le quedó grabado.

Supongo que al final eso somos: colecciones vivientes de lo que nos dieron, de lo que nos robamos sin darnos cuenta, de lo que decidimos conservar, aunque ya no estuvieran. Me gusta pensar que seguiré siendo un mosaico en movimiento, cambiante, fluctuante. Que el día de mañana alguien me regalará una nueva palabra que haré mía y que probablemente, alguien me robará esa palabra también. Y creo que hay algo profundamente hermoso y humano en eso, en no ser una pieza sólida, sino una composición de piezas que decidimos tener.

Un mosaico que se sigue armando mientras vivimos. Una suma de lo que nos dejaron, lo que decidimos conservar y lo que aún estamos por descubrir.

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